La teoría de los tres apuntes
«No hay nada insignificante en el mundo. Todo depende del punto de vista».
Goethe
¿Os ha pasado alguna vez que tras leer una técnica y probarla, os dais cuenta de que no
se parece a lo que habéis visto, que no estáis cómodos o que algo no habéis entendido?
Y volvéis a leer la explicación, paso a paso, sujetando las páginas del libro como
podéis, con el móvil y dos barajas en cada lado para mantenerlo abierto, y con una
mano agarrando el mazo de forma un tanto ortopédica, mientras el índice contrario sigue
línea a línea el texto. Oye, ¡y que no sale!
«Bueno, es que estoy
espeso». Cierras el libro, sueltas la baraja y te pones alguna serie. Pero al
día siguiente más de lo mismo. «Oye, fulano, y tú esta técnica ¿dónde la
aprendiste?». «En tal libro». No puede ser, si es donde lo estoy leyendo y no
hay forma.
A veces se nos atasca algo, y realmente no es por el libro. Es como si el texto
se obcecara en no querer entrar en la mollera. A mí desde luego me ha pasado y
no solo una vez. Pero me acordé de una de mis teorías raras, la apliqué a estos
casos y la verdad es que funcionó bastante bien.
Soy muy de teorías… no sé si es deformación profesional o simplemente TOC.
Pero es cierto, tengo cierta tendencia a las manías o a montarme mis
leyes/teorías para el día a día. No os voy a aburrir con todas las que tengo,
que son unas pocas (llamadas de información, pasatiempos en el metro...), pero
sí os voy a contar esta que, como he dicho, creo que tiene su utilidad al
estudiar magia, en particular al estudiar las técnicas.
Durante la carrera, al comparar mis apuntes con los de algunos compañeros, noté
que no escribíamos lo mismo. Algunos poníamos el foco en lo que el profesor
decía, otros más en lo que escribía... Era curioso, pero no teníamos lo mismo
apuntado. Como decía Goethe, algunos vemos una cosa como insignificante, otros ven otra diferente; y mientras sintetizamos tomando apuntes, eso hace que dejemos
fuera ciertas cosas.
Viendo eso, empecé a tomar la costumbre de tener al menos tres juegos de
apuntes de cada asignatura, y eso era lo que estudiaba. En cada clase, tenía a mis
proveedores de apuntes fetiche a los que recurría siempre. Estudiando los tres
apuntes, las cosas me quedaban más claras. Si no me había enterado de algo,
estaba bien en otro de los apuntes, y en general aportaba cierta completitud. Al final, me hice con un importante archivo de cada
asignatura. También coleccionaba exámenes, resoluciones, todo lo que podía, aunque
fuera redundante. Varios amigos me empezaron a pedir lo que tenía. Vi que no
solo tenía valor para mí, sino que ayudaba a otros.
Pues eso mismo hice con la magia al ver que me atascaba en alguna técnica.
Iba a otro libro en el que sabía que aparecía, y la mayoría de las veces resolvía
el problema. Empecé a tomar como costumbre leer las técnicas en varios sitios
si encontraba alguna dificultad.
Así tienes la capacidad de ver la misma técnica desde tres puntos de vista,
con más profundidad, o encontrar ese detalle que necesitabas. Y no porque esté
mal explicado donde no lo entendías, simplemente a veces no conseguimos
empaparnos de un texto, y otra explicación nos desatasca. Al sintetizar en
nuestra mente la explicación, hay cosas que sin querer podemos ignorar una y
otra vez. Y de hecho, normalmente, tras encontrar ese detalle esquivo, vuelves
al primer texto y ahí estaba desde el principio, pero no te entraba. Como
cuando buscas algo durante horas y lo tienes justo delante. Cambiar el texto
hace que podamos verlo.
Pues lo dicho, si no os hacéis con una técnica, probad a ver. Espero que os
funcione.
Willy Quintana-Lacaci




