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A la contra

A la contra

Hoy exponemos algunas creencias muy asentadas, con la intención de confrontarlas. Unas veces descubriremos lo sólidos que son sus fundamentos y otras podremos abrir nuevos caminos, rompiendo el dogmatismo. 

«No hay reglas en el arte» Francisco de Goya

El objetivo de esta columna es fomentar tu espíritu «aventurero», que vayas por otros caminos, que le des una vuelta a eso que das por sentado, tal vez porque lo leímos en un libro o lo oímos en una conferencia o en una clase. La idea no es destruir por destruir, criticar por criticar, sino comprobar la solidez de esos conceptos. Además,  algo cierto e inamovible para alguien puede ser todo lo contrario en la aproximación a la magia de otro.  Nadie debe sentirse atacado por lo que aquí se exprese, nunca será una verdad absoluta, sino una percepción focalizada en una persona (en mí, en este caso) y en un momento concreto; sabrá Dios que pensaré mañana. Y dicho esto, ¡Al turrón!

La frase de Goya está muy bien, pero luego llegas al diseño gráfico, y hay reglas de composición. Llegas a la música, y aprendes escalas, armonías… y te ciñes a ellas. Funciona, está comprobado, lo usan los expertos… Hasta que aparece una revista con un genio de la guitarra  –Joe Satriani–, que hace saltos locos entre armonías y te planteas ¿por qué me había quedado dentro de esos límites?  Analicemos algunas reglas y/o normas de la magia que navegan por la red:

No anticipar el efecto

Si el efecto debe ser mágico parece lógico pensar que debe ser a la vez inesperado, sorprendente. Muchas veces se cita a Hitchcock cuando se habla de magia, y también en este caso. Si pudiéramos imaginarnos el final de Psicosis, el clímax de la película no sería igual. Podríamos creer también que al anticipar lo que vamos a provocar es que el espectador esté más atento a los gestos y las acciones importantes para el efecto. Si anunciamos una transposición de cartas, los espectadores se fijarán muy bien en cada carta (situación inicial) y las seguirán con mayor atención (situación final). 

Dicho esto, busquemos ahora algunas ventajas de anunciar lo que vamos a hacer. 

Aunque la ejecución se pueda complicar, también aumenta la sensación de imposibilidad y la claridad. Volviendo al ejemplo de la transposición, en el mundo de las grandes ilusiones hay ocasiones en las que explícitamente está clara la intención, y en otras la transposición es una sorpresa, creando dos sensaciones distintas en la audiencia.

De hecho Elmsley es partidario de anticipar el efecto para evitar por completo la posible confusión. Puede hacerse con sutileza, pero en caso de duda, anunciarlo abiertamente. «Es mejor pecar de vidente que de confuso». (Obras completas de Elmsley, Vol. 1). Todo depende del tipo de efecto y también de las sensaciones que queramos transmitir. Volviendo a la analogía del cine, es como esos thrillers en los que todo se inicia con un flashback desde el final de la historia. Por ejemplo la genial «Muerto al llegar». Dennis Quaid inicia la película denunciando ante la policía su propio asesinato. Sabemos perfectamente lo que va a ocurrir, pero en cierto modo eso incrementa nuestro interés por la misma premisa.   

Es evidente que no vale para todas las historias. Hitchcock colgó un cartel que decía: «Después de ver Psicosis, no cuenten el final. Es el único que tengo». 



Incluso, ¿por qué no?, podríamos anunciar el efecto, pero llevarlo a cabo de una forma inesperada. Miguel Ángel Gea usa este recurso en algunos de sus juegos, creando una sensación muy especial en el público. 

¡Hasta la próxima!

Guillermo Quintana Lacy (Willy)










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