¡Una curiosidad muy curiosa!
Del libro Cómo Piensan Los Magos, Joshua Jay.
“La magia sigue un estricto código ético. Revelar un juego es un privilegio que se reserva a su creador. Somos inflexibles al respecto. Penn & Teller me preguntaron hace poco si yo podía enseñar un juego en su especial de magia durante la pandemia Intenta esto en casa (Try This at Home), y elegí describir el modo en que predigo la altura de una persona elegida al azar. Puedo explicar este efecto sin poner a los demás magos en pie de guerra porque lo inventé yo. Pero no puedo explicar cómo vuela David Copperfield porque no es un efecto mío.
En los últimos cincuenta años, solo ha habido un juego de magia exitosamente protegido por copyright, y fue hace unos pocos años. En Teller contra Gerard Dogge, Teller descubrió a un mago en Bélgica que copió de forma casi exacta su hermoso efecto personal «Sombras» y, por si fuera poco, lo puso a la venta. En él, Teller muestra un florero con una rosa en su interior, ilu- minados por un foco que arroja una sombra de florero y rosa sobre un telón de fondo blanco. Entonces, Teller toca la sombra con un cuchillo y las hojas y los pétalos de la rosa caen del florero. Es una ilusión bellí- sima que ha estado presentando durante décadas. Cuando la ilusión se puso en venta sin que él lo supiera o hubiera dado su permiso, Teller pudo defender su creación en el juzgado y alcanzó un acuerdo por valor de 545 000 dólares. Sabiamente, Teller había protegido con copyright las acciones visibles del efecto como una obra teatral de pantomima (en lugar del método secreto del juego). Así, pudo evitar tener que discutir sobre variaciones insignificantes del método; estaba claro que el oponente de Teller había creado una ilusión que tenía exactamente el mismo aspecto que «Sombras», y eso fue todo lo que importó. El caso supuso una especie de hito, al mostrar el primer paso eficaz que los magos pueden dar para proteger sus secretos.
El caso de Teller es una excepción reseñable, pero los magos no defienden sus secretos en los juzgados. Las leyes actuales de patentes y propiedad intelectual hacen casi imposible que un ilusionista pueda defender la originalidad de una creación. Teller disponía del tiempo, los abogados y los recursos económicos para vencer a un mago del montón. Más que un triunfo legal, fue una victoria de justicia para los magos.
Pero la historia real de cómo se protegen los magos es más intere- sante y me atrevo a decir que más instructiva para otros gremios. Nos autorregulamos. La razón por la que no hay más plagios e imitaciones en nuestro arte es porque los magos no lo consentimos.”
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