Trucosky y los intrépidos aventureros
Irene Alvarez Lata - Luis Liendo
Prólogo de Luis Piedrahita
Me llamo Luis Piedrahita, soy mago y una vez tuve la misma edad que tú tienes ahora. ¿Y cómo sé yo cuantos años tienes tú? Pues porque soy mago, ya te lo he dicho. Ya verás, déjame adivinar: Tú tienes más de siete años, no muchos más, y menos de doscientos treinta y siete. A que sí. Pues a esa edad exactamente, la misma que tienes tú ahora, empecé yo a hacer mis primeros trucos de magia.
Ahora hago magias por todo el mundo. Ayer mismo estuve en Nueva York haciendo que un piano de cola volara y se convirtiera en una galleta de chocolate gigante. A lo mejor lo has visto porque salió en todos los periódicos. Por cierto, ¿sabes una cosa?, cuando me entrevistaron los periodistas de Nueva York todos me preguntaban lo mismo: cómo aprendí a hacer magia. Y no se lo dije. Nunca he querido responder a esa pregunta. Es un secreto. Pero mira tú por dónde, hoy lo voy a revelar. Se lo voy a decir a una persona y esa persona eres tú. Toma nota: Yo empecé a hacer magia gracias a un libro muy parecido al que tienes ahora mismo en las manos. Ojo: es un secreto. Sólo puedes contárselo a todos tus amigos, sólo a niños y a niñas como tú. Por favor, no se lo digas a ningún mayor. Ni se te ocurra. Si ellos: los profesores aburridos, los mayores abusones o los médicos que ponen inyecciones, se enteraran sería horrible. El secreto, ya lo sabes, es leer libros como este. Lee todos los que puedas, investiga sus dibujos, revisa los detalles, lee el principio e invéntate el final o, al revés, lee el final e invéntate el principio. Inventa todo lo que puedas. Hoy te inventas el principio de un libro y, a lo mejor, mañana te inventas una máquina para abrir la puerta de tu habitación desde la cama. Ése ese el secreto. Yo conozco a los que han hecho este libro y son todos grandes magos y magas. Sé que han escondido trucos y secretos de mago entre las páginas. Tu misión es leerlo con atención y descubrirlos. Tú, que ahora tienes la misma edad que tenía yo cuando empecé a hacer magia, si quieres aprender a convertir pianos de cola en galletas de chocolate gigantes antes tienes que aprender a inventar. Este libro sirve para eso. Aprende a inventar y pronto podrás decir que has estado en Nueva York haciendo que un piano de cola vuele y se convierta en una galleta de chocolate gigante. Y si no te gusta ésta magia no pasa nada, puedes inventarte otras. Puedes hacer que los semáforos vuelen por la ciudad, o que los gorriones cambien de color de vez en cuando. Lo bueno de inventar es que es gratis. Y si no te interesa la magia, ni aprender a inventar y además todo lo que estoy diciendo te parecen tonterías: no pasa nada, no te preocupes, tu mundo seguirá siendo ese en el que los gorriones vuelan por la ciudad y los semáforos cambian de color de vez en cuando.
Llevo haciendo magia casi veinte años. Es la única cosa que llevo haciendo tanto tiempo, y casi siempre como aficionado. Lo sospechaba cuando empecé pero ahora estoy seguro: la magia es una afición que ayuda a pensar mejor. La magia acostumbra al cerebro a que mire en todos los rincones, a que olisquee todas las posibilidades y a que persiga lo imposible. Estas herramientas hacen que uno, tenga la vida que tenga, sea más feliz.
Irene Alvarez Lata - Luis Liendo
Prólogo de Luis Piedrahita
Me llamo Luis Piedrahita, soy mago y una vez tuve la misma edad que tú tienes ahora. ¿Y cómo sé yo cuantos años tienes tú? Pues porque soy mago, ya te lo he dicho. Ya verás, déjame adivinar: Tú tienes más de siete años, no muchos más, y menos de doscientos treinta y siete. A que sí. Pues a esa edad exactamente, la misma que tienes tú ahora, empecé yo a hacer mis primeros trucos de magia.
Ahora hago magias por todo el mundo. Ayer mismo estuve en Nueva York haciendo que un piano de cola volara y se convirtiera en una galleta de chocolate gigante. A lo mejor lo has visto porque salió en todos los periódicos. Por cierto, ¿sabes una cosa?, cuando me entrevistaron los periodistas de Nueva York todos me preguntaban lo mismo: cómo aprendí a hacer magia. Y no se lo dije. Nunca he querido responder a esa pregunta. Es un secreto. Pero mira tú por dónde, hoy lo voy a revelar. Se lo voy a decir a una persona y esa persona eres tú. Toma nota: Yo empecé a hacer magia gracias a un libro muy parecido al que tienes ahora mismo en las manos. Ojo: es un secreto. Sólo puedes contárselo a todos tus amigos, sólo a niños y a niñas como tú. Por favor, no se lo digas a ningún mayor. Ni se te ocurra. Si ellos: los profesores aburridos, los mayores abusones o los médicos que ponen inyecciones, se enteraran sería horrible. El secreto, ya lo sabes, es leer libros como este. Lee todos los que puedas, investiga sus dibujos, revisa los detalles, lee el principio e invéntate el final o, al revés, lee el final e invéntate el principio. Inventa todo lo que puedas. Hoy te inventas el principio de un libro y, a lo mejor, mañana te inventas una máquina para abrir la puerta de tu habitación desde la cama. Ése ese el secreto. Yo conozco a los que han hecho este libro y son todos grandes magos y magas. Sé que han escondido trucos y secretos de mago entre las páginas. Tu misión es leerlo con atención y descubrirlos. Tú, que ahora tienes la misma edad que tenía yo cuando empecé a hacer magia, si quieres aprender a convertir pianos de cola en galletas de chocolate gigantes antes tienes que aprender a inventar. Este libro sirve para eso. Aprende a inventar y pronto podrás decir que has estado en Nueva York haciendo que un piano de cola vuele y se convierta en una galleta de chocolate gigante. Y si no te gusta ésta magia no pasa nada, puedes inventarte otras. Puedes hacer que los semáforos vuelen por la ciudad, o que los gorriones cambien de color de vez en cuando. Lo bueno de inventar es que es gratis. Y si no te interesa la magia, ni aprender a inventar y además todo lo que estoy diciendo te parecen tonterías: no pasa nada, no te preocupes, tu mundo seguirá siendo ese en el que los gorriones vuelan por la ciudad y los semáforos cambian de color de vez en cuando.
Llevo haciendo magia casi veinte años. Es la única cosa que llevo haciendo tanto tiempo, y casi siempre como aficionado. Lo sospechaba cuando empecé pero ahora estoy seguro: la magia es una afición que ayuda a pensar mejor. La magia acostumbra al cerebro a que mire en todos los rincones, a que olisquee todas las posibilidades y a que persiga lo imposible. Estas herramientas hacen que uno, tenga la vida que tenga, sea más feliz.