PRÓLOGO
Curso de Magia Tarbell Vol. 3
Harlan Tarbell

Algo que me gustaría dejar bien grabado en la mente del estudiante es que no debe tener prisa para exponer ante el público un juego de magia. No basta con leer un efecto para que lo presentes de inmediato, ni siquiera entre amigos. Asegúrate de que lo dominas bien y de que conoces sus detalles profundamente. De otro modo te expones a que se descubra el secreto y a perder así tu prestigio como ilusionista. Tú no esperas de un estudiante de música que ensaye una pieza nueva un par de veces e inmediatamente se disponga a interpretarla en público. De él se espera que primero memorice la música y luego capte el sentimiento de la composición. Más adelante podrá tocarla en público de forma artística. Pues esa misma ley se aplica también a la magia. Primero lees el efecto, te haces una buena idea de su estructura interna, lo practicas y vuelves a él una y otra vez, estudias la mejor forma de presentarlo, la charla más adecuada o, en su caso, la mímica que le vaya mejor.
Numerosos magos profesionales han aportado a este Curso algunos de sus mejores secretos, juegos que han superado la prueba del tiempo y que incluso han formado parte de sus repertorios. Siempre me ha parecido que si un profesional es tan amable de cederme un juego que él ha venido realizando en público durante años, es mi deber llegar a dominarlo de forma que al presentar ese juego deje en buen lugar a su inventor. Y a su vez, yo espero de ti que demuestres tu agradecimiento trabajando bien el juego antes de decidirte a presentarlo.
A la gente le encantan los magos de éxito, pero le molestan los que tienen poco dominio. Como dijo un amigo mío, crítico teatral:
—Dios bendiga al mago auténtico y se apiade del chapucero.
La magia bien hecha es una de las mejores maneras de entretener, pero la magia torpe es una de las peores. Un espectáculo mágico pobre puede echar por tierra las posibilidades de que se programen buenos números de magia durante meses o años. Uno de los principales problemas de los ilusionistas profesionales es conseguir un contrato para su espectáculo –por bueno que sea– si por allí acaba de pasar un mago inepto. Conozco a una persona que dejó de contratar magos durante diez años. Así que procura recordar que un mago incompetente no sólo se echa a perder a sí mismo ante los ojos del público, sino que desacredita a sus colegas magos.
El público espera que el mago haga milagros, pero que los haga bien. Se supone que el mago hace cosas que la gente normal no puede hacer. Esa es la esencia de su profesión. Con todo el material de que dispone un estudiante hoy en día, no hay excusa para la ineficacia. Serás bien recompensado por todo el trabajo extra que dediques a mejorar la presentación.
David Devant solía decir:
Los secretos de la magia no consisten en meras trampas y artificios combinados con manipulaciones y aparatos. Para algunos, el «secreto» de cualquier juego de magia reside en detectar «cómo se hace». Una vez descubierto el truco, ya no hay más que aprender. Ese punto de vista es erróneo. Los auténticos secretos de la magia no se comercializan. No son aparatos fabricados, trucos o enigmas ideados para aturdir al público. Lejos de basarse en malabarismos y parafernalia, el verdadero arte mágico es de carácter intelectual y abarca una gama de aspectos infinitamente variada. La magia aglutina ciencia y arte. Hay un entendimiento interior –independiente de la destreza técnica y de los conocimientos– que determina el éxito o el fracaso definitivos de un ilusionista.
Como lectura complementaria recomiendo a los estudiantes el libro de Maskelyne y Devant "Our Magic". Trata de la psicología de la magia y está escrito a partir de las observaciones personales de esos dos afamados ilusionistas. Todo mago debería ser ducho en psicología y saber lo que gusta a la gente, y también lo que les disgusta. El efecto de un juego de magia es la reacción que provoca en el público. Los espectadores deben ser complacidos, pues de ello depende el éxito de taquilla.
En muchas ocasiones el público pasará por alto el juego en sí, pero juzgará al mago por su forma de hablar, por el lenguaje que utiliza. Un público inteligente advierte que el lenguaje de un artista denota su estatus social. Los espectadores esperan ver a alguien educado que habla correctamente. Es tu educación lo que cuenta. La gente paga por ella. A una celebridad se la juzga por su preparación. Eso es lo que a menudo marca la diferencia entre un hombre que cobra 750€ por un espectáculo y otro que cobra 25 € por «los mismos trucos». La gente adora a los héroes.
Aunque tú no seas todavía una celebridad, puedes hacer cosas que ayuden a adquirirla. Da igual que te hayas criado en una chabola, en una cueva, o en una tienda de campaña, y que nunca hayas pasado del tercer grado en la escuela; eso no significa que no puedas recibir la instrucción necesaria para aparecer en público expresándote inteligentemente. El mundo entero está a tu servicio para satisfacer tus necesidades si lo deseas, pero esfuérzate por recibir.