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El mago tiene que ser más interesante que sus juegos
Luis Alberto Iglesias

El mago tiene que ser más interesante que sus juegos

Entrevistado por Este mes tenemos con nosotros a Luis Alberto Iglesias, Luigi, toda una celebridad en la comunidad mágica española gracias a las excelentes traducciones que publica con Editorial Páginas y a su labor como intérprete de conferencias y espectáculos en festivales y congresos de todo el país. Su agilidad y dinamismo cuando interpreta facilita enormemente la labor a los artistas, que apenas tienen que h

¿Cuánto tiempo llevas traduciendo conferencias de magia? Creo que comencé en el año 1996, al poco de regresar de los Estados Unidos, donde había estado estudiando varios años de la carrera de Empresariales en universidades de Nueva Orleans. Volví a instalarme en Madrid y a acudir a las reuniones de los lunes de la SEI. Supongo que me debí de ofrecer como intérprete para los conferenciantes extranjeros que visitaban la sociedad, o que alguien me invitó a hacerlo. Fue también por esa época cuando Pedro Ruiz, un aficionado que hacía de tesorero de la sociedad, me habló de una chica que podría necesitar de alguien que supiese bien inglés porque había montado una editorial de libros de magia y buscaba traductores. La chica era Laura Avilés y la editorial, Páginas.

¿De dónde vienen tus conocimientos del inglés? Pienso que debí de ser de los pocos que realmente aprendieron inglés en el colegio. Empecé a estudiarlo con 5 o 6 añitos. En 1992, a los 18 años, pasé mi primer verano en Estados Unidos con una familia de Nueva York. Desde entonces he regresado para pasar largas temporadas siempre que he podido. Por supuesto, durante la carrera aprendí muchísimo inglés. Tres años después de licenciarme, como disfrutaba más interpretando en congresos y traduciendo libros de magia en mis ratos libres, decidí dejar de trabajar en empresas para volver a la universidad a estudiar la carrera de Traducción e Interpretación. Después me doctoré, y ahora soy profesor de lengua española e inglesa en una universidad.

Eres partidario de traducirlo absolutamente todo al castellano. Normalmente no aparecen en tus libros palabras como misdirection o break, sino desviación de la atención o separación. ¿Consideras que es mejor que no utilicemos términos técnicos en inglés por algún motivo en especial? Por supuesto. En todos los lenguajes de especialidad, y el del ilusionismo lo es como el de la medicina o el de las finanzas, hay una primera fase en que los términos se toman prestados directamente de la lengua extranjera en que se produce la mayor parte del conocimiento de la disciplina, en nuestro caso el inglés. Eso da lugar a jergas bastardas muy feas que producen oraciones como: “Haces el cull llevándola a top, después un doble lift, luego coges cinco, las enseñas con la Flushtration Count de Hamman, mantienes un break y empiezas con el Twisting the Aces” (para hacerse una idea más precisa de cómo suena esto, pronúnciese a la española). Existe un adjetivo que describe la cualidad más evidente de esta especie de parla: horrísono. Llega un momento en que un número suficiente de practicantes, generalmente escritores, traductores y aficionados o profesionales con poder de influencia, comienzan a concienciar a la comunidad de la necesidad de encontrar buenas traducciones en el propio idioma para tanto extranjerismo. El resultado es que, mediante los procedimientos que tienen las lenguas para resolver esta clase de situaciones, termina elaborándose un vocabulario de términos y expresiones en la lengua receptora que, con el paso del tiempo y siempre en función de su aceptación por los miembros de la comunidad, puede llegar a consolidarse. En esto, la labor de los escritores y traductores de la especialidad es crucial, pues somos nosotros los que creamos gran parte de los términos y ayudamos a fijarlos a fuerza de usarlos continuamente en nuestras obras. Esto no garantiza que la comunidad de ilusionistas adopte siempre todos los términos que proponemos, pero muchos de ellos logran remplazar a los barbarismos que venían usándose. Como te puedes imaginar, los libros de Editorial Páginas, y entre ellos especialmente la Gran Escuela Cartomágica de Giobbi, han sido fundamentales para crear un vocabulario técnico de uso general y promover su empleo entre los aficionados hispanohablantes.

Hay quien comenta que en vez de “subtitular” a los magos, tú los “doblas”: no sólo traduces lo que han dicho sino que gesticulas como ellos, aportas su entonación, incluso hablas en primera persona Es que eso es interpretar. Lo otro es contar al público lo que el conferenciante dice. Yo no hago nada que no haría otro intérprete profesional. Es verdad que cada uno tenemos nuestro estilo, y que a mí me gusta hacer todo lo posible por que mi orador y su mensaje lleguen a su público y conecten con él como si la conferencia se estuviese pronunciando en español, pero creo que me limito a emplear el repertorio usual de técnicas de comunicación de los oradores. Ten en cuenta que la palabra no sólo transmite información, datos o instrucciones, sino alegría, tristeza, misterio, sorpresa, emociones y sentimientos, en definitiva. Pensemos en el modo tan eficaz en que magos de la talla de René Lavand, Juan Tamariz o Anthony Blake utilizan la palabra en sus actuaciones. El intérprete debe ser consciente de que en casos como estos la palabra se utiliza con una intención teatral –dramática, si se prefiere ese calificativo— que no debe perderse durante el proceso de interpretación so pena de perjudicar el trabajo del artista. Al final, el intérprete trabaja para dos amos: para el orador, que hablando y actuando entrega parte de sí a su audiencia, y para el público, que se ha congregado para recibir lo que el orador tiene para dar. Me gustaría aclarar dos cosas más. Primero, que los profesionales distinguen entre la traducción, cuyo objeto de trabajo son los textos escritos, y la interpretación, que se ocupa del discurso oral. Y segundo, que el intérprete de conferencias siempre utiliza la primera persona, pues se entiende que no es él quien está hablando, sino el orador. De ese modo se puede conseguir que el intérprete llegue a desaparecer de la mente de los espectadores y que estos tengan la impresión de que el orador está hablando en español.

Aparte de interpretar en conferencias y espectáculos, has traducido algunos de los mejores libros de magia que se han publicado en español: el de Chris Kenner, el de Bobo, los de Dai Vernon, el de Guy Hollingworth, el volumen 5 de la Gran Escuela Cartomágica de Giobbi, el de Slydini, el de David Williamson, el maravilloso La magia del guión de Pete McCabe, recientemente aparecido, y tantos otros. Sí, y me considero muy afortunado por ello. Son libros excelentes, muchos de ellos de lectura imprescindible para cualquier aficionado o profesional que se precie. Laura Avilés siempre me ha apoyado. Muy a menudo leo un libro y pienso: “¡Qué bonito sería traducir esto!”. Ella compra los derechos y... voilà! Me encuentro trasladando al español otro de mis libros favoritos. La satisfacción es aún mayor si antes o después llego a trabajar en espectáculos o conferencias con el artista en cuestión, lo cual me ha ocurrido en bastantes casos. He trabajado con Guy Hollingworth, con Tommy Wonder, con Pit Hartling o con Aldo Colombini antes de traducir obras suyas, y siempre he intentado que mis traducciones hagan justicia a los artistas y a los seres humanos que hay detrás tal y como mi relación con ellos me los ha dado a conocer.

¿Qué dificultades te has encontrado tanto en los libros como en las conferencias? Para mí la mayor dificultad que plantean los libros de ilusionismo es la traducción de los títulos de los juegos, de los nombres de las técnicas y de los juegos de deletreo, que me obligan a detener la traducción, a tomar la baraja y a cambiar el procedimiento lo necesario para obtener el mismo efecto en español. Lo más difícil de las conferencias y los espectáculos es traducir las bromas y los chistes. Para hacerlo bien suelo reunirme con el artista antes de la actuación a fin de repasar el número de cabo a rabo y tener bromas preparadas, fieles o no al significado original, que funcionen en español.

¿Alguna anécdota? Muchas. Te contaré un par. El año pasado volví a trabajar con Rick Merrill, esta vez ante público profano. Rick acaba su número imitando cómicamente a magos famosos. En España, nadie fuera de la magia conoce a Penn y Teller, Carl Cloutier o Shimada, y por eso en la actuación se transformaron por arte de birlibirloque en Bertín Osborne, el Fary, el Dioni y Lola Flores. Después de cada espectáculo, Rick solía decirme en el camerino: “Luigi, no sé que es los que les estarás contando cuando traduces los nombres de los magos al final, ¡pero se parten de risa! Buen trabajo, tío”. En otra ocasión, después de traducir una conferencia, el conferenciante estaba tan feliz por la cantidad de artículos que había vendido y el dineral que se había embolsado, que se me acercó exultante y me soltó: “¡Oye, busca un puticlub aquí cerca, que esta noche me quiero fundir esta pasta en fulanas y quiero invitarte, que te lo has ganado! Además, me tendrás que ayudar con el español, porque a mí no me van a entender”. Qué detalle, ¿verdad?

Pues sí, todo un gesto. Pero sigamos. Además de intérprete y traductor, también has escrito de primera mano libros como el de Miguel Gómez Miguel, Laura y yo llevábamos hablando del proyecto varios años y, por fin, un día nos pusimos manos a la obra. Creo que quedó un libro muy bonito, repleto de excelentes efectos de magia. Fue una experiencia muy enriquecedora en todos sus aspectos y fases. Mi intención fue escribir un libro personal, es decir, una obra que diese al lector la impresión de estar junto a Miguel estudiando su magia. Por eso utilicé dos voces, la de Miguel y la mía, e introduje secciones dialogadas. Todos quedamos muy contentos con el resultado final, y pienso que para Miguel especialmente debió de ser una satisfacción muy grande ver parte de su magia recogida en un volumen tan cuidado y bien editado. Luis Liendo, el ilustrador, también hizo un magnífico trabajo. A pesar de no saber magia, logró comprender mis instrucciones por correo electrónico para que sus ilustraciones complementasen el texto y mostrasen los detalles necesarios.

Como mago, ¿qué tipo de magia practicas? Me gusta estudiar y presentar magia de cerca y mentalismo. La cartomagia me parece bellísima. Cuando veo el trabajo de magia con monedas de algunos magos actuales me parece estar presenciando efectos especiales. El impacto visual que se puede alcanzar en esta especialidad es mayúsculo. Disfruto leyendo cualquier obra (buena) sobre magia. Muchos de los libros de historia que se editan en los Estados Unidos son fascinantes. Los libros antiguos son también maravillosos, sobre todo porque te acercan a las fuentes de las cuales los magos actuales seguimos bebiendo. Me parece muy hermoso que métodos y efectos desarrollados hace siglos sigan ilusionando hoy como entonces. Mis magos favoritos son Fred Kaps, Albert Goshman y Juan Tamariz. Como pensadores y desarrolladores de nuestro arte, Arturo de Ascanio y Vernon son dos gigantes. Me gusta mucho la manera de construir y de ejecutar de Larry Jennings y de Miguel Gómez. Me admiran la facilidad técnica de David Williamson y de Guy Hollingworth y el virtuosismo elegante de Vallarino. Me encanta Ricky Jay, su libro Learned Pigs and FireproofWomen y su espectáculo Ricky Jay and His 52 Assistants. La magia de Annemann es magnífica. La cartomagia de Ramón Riobóo es fantástica, idónea para los aficionados que quieren dejar pasmados a los espectadores sin romperse los nudillos. En escena, me gusta mucho el trabajo que están haciendo ilusionistas como Mag Lari, cuyo espectáculo de grandes ilusiones es sensacional, y Miguel Puga, cuyo Concierto para piano y baraja Opus Pocus 52 irradia poesía, ilusión y amor por lo español.

¿Qué opinión te merece la magia actual? Sin duda, lo que más me ha impresionado en los últimos años ha sido el trabajo de Derren Brown. Me han gustado mucho sus espectáculos en vivo y la mayor parte de sus programas para televisión. Me parece que él y su equipo han encontrado una forma muy eficaz y moderna de presentar el ilusionismo —sobre todo el mentalismo—, y que los métodos que han desarrollado son, en muchos casos, de una inteligencia y un ingenio brillantes. Fuera del ámbito televisivo, también me gusta el trabajo de artistas jóvenes como Norbert Ferré, Mirko Callaci, Junge Junge o Topas, porque rebosa amor por el ilusionismo y talento teatral. En síntesis, creo que nuestro arte goza de una salud muy buena, pero últimamente tengo también la impresión de que mucha gente por todo el mundo está haciendo cosas que, aunque se promocionan y difunden comomagia o ilusionismo, no lo son en realidad. Por ejemplo, no me gusta la magia que no cree en el poder engañador de los métodos que le son propios al ilusionismo y que, para imitar los efectos especiales de las películas, se vale de compinches, de montajes y de retoques en la sala de edición. Tampoco apruebo que en no pocas ocasiones en este tipo de magia, que es tan común en especiales que luego se difunden troceados por Internet, se revele el secreto de lo que está ocurriendo a los espectadores que presencian la grabación, a cambio de que millones se queden boquiabiertos frente a la pantalla del televisor o del ordenador. No me gusta que se utilicen estas trampas en la magia. Tampoco que a veces estos programas de magia los presenten pésimos magos que se ganan el favor del público sólo por caer graciosos. Cuando los presentadores son buenos magos, lamento verlos a menudo presentando juegos a medio dominar porque, agotado su repertorio, se ven obligados a aprender efectos deprisa y corriendo para grabarlos y tener algo nuevo que ofrecer en su programa semanal. Pido disculpas por estas opiniones a mis amigos profesionales que trabajan en televisión, pues soy un simple aficionado y es muy cómodo, y muchas veces injusto, criticar al torero desde el tendido. De ninguna manera pretendo despreciar su trabajo, pero me apena ver que las exigencias del medio perjudican en ocasiones la calidad mágica y artística de lo que hacen. Pese a todos los defectos que yo pueda ver en estos programas, es evidente que siguen animando a muchos a iniciarse en este bello arte. Para comprobarlo, basta darse un paseo por los foros y los sitios de vídeos en Internet donde los aficionados conversan, discuten y publican sus grabaciones caseras.

Como conoces tantísima literatura mágica aprovecho para pedirte que recomiendes un par de buenos libros a alguien que empiece. Para un principiante absoluto, Secretos de magia potagia y Magia en el bar, de Tamariz. Después, los libros de Ciuró. Si se quiere aprender cartomagia, Cartomagia fundamental, de Canuto, porque explica lo esencial en un solo volumen, y la Gran Escuela Cartomágica de Giobbi por su exhaustividad, por su excelente calidad y porque continúa mucho más allá de donde Canuto se detiene. Después, sin duda, Estrellas de la magia. Luego, La buena magia de Darwin Ortiz, la Concepción estructural de la magia de Ascanio y La magia del guión, de McCabe. En el campo del mentalismo, el libro de Max Abrams Annemann, Life and Times of a Legend, que contiene las obras completas del genial mentalista.

¿Y alguno para los que ya tienen cierta experiencia? Lo normal es que estas personas ya hayan desarrollado sus propios gustos. Pienso que en el catálogo de Editorial Páginas hay libros de asunto variado donde cualquiera puede encontrar buenas ideas y buenos efectos. De todos modos, a los aficionados experimentados yo les recomendaría que leyesen menos libros de juegos y más sobre historia de la magia, sobre técnicas para hablar en público, técnica actoral, literatura universal (antigua, moderna y contemporánea, narrativa, teatro y lírica), ensayos y biografías, que viesen cine antiguo y moderno, que escuchasen música de todo tipo, que viajasen por el mundo y conociesen otras gentes y culturas, que desarrollasen un gusto y una apreciación personales por el arte y, en definitiva, que adquirieran una cultura amplia y variada y un criterio individual. Creo que esto es imprescindible, sobre todo para el profesional, si se quiere hacer realidad eso que decían Goshman y tantos otros: “La magia eres tú”. Al cabo de los años me he dado cuenta de que los magos que más me gustan, me gustan en parte porque me resultan personas atractivas e interesantes por su madurez, por su calidad humana, por su cultura y su preparación, por lo variado de sus intereses, por su forma de pensar y de entender el mundo, la vida, la sociedad, etc. En suma, opino que en el desarrollo de un ilusionista debe llegar un momento en que él resulte más interesante y cautivador que sus juegos. Creo que esto, lejos de perjudicar a la magia, la ensalza.

Hay cientos de libros estupendos, antiguos y modernos, que aún no han sido traducidos a nuestro idioma. ¿Qué criterio seguís a la hora de ir ampliando el catálogo? Los criterios que Editorial Páginas tiene en cuenta para traducir libros al español siempre son los mismos: la calidad y el interés de la obra. Que sea moderna o antigua, no es muy importante. Por ejemplo, los libros sobre la magia de Dai Vernon escritos por Lewis Ganson se editaron hace unos 50 años, pero son de esa clase de obras cuya publicación es imprescindible para una editorial como Páginas, que trabaja para seguir teniendo el mejor catálogo de ilusionismo en lengua española. Las obras modernas y de éxito son muy atractivas por su interés comercial, pero también son escasas. Editorial Páginas procuraque todas las especialidades estén presentes en su catálogo, pero lograrlo no es fácil. Cuesta poco encontrar buenas obras de cartomagia, antiguas o modernas, porque hay muchas publicadas. De magia de cerca y numismagia hay muchas menos. De mentalismo, menos aún. De magia general también hay poco, casi todo antiguo (pienso en el curso de Tarbell, el Greater Magic o los libros de Ciuró). De manipulación hay poquísimo (me vienen a la cabeza la serie Routined Manipulation de Ganson y los libros de Card Manipulations de Hugard, que son obras antiguas), pero este vacío lo suplen series estupendas de dvds como la de Jeff McBride. Y sobre especialidades como las grandes ilusiones o la magia con palomas, apenas conozco títulos. Creo que desde su fundación Editorial Páginas ha sabido formar un catálogo de obras selectas que refleja bastante bien esta distribución. Me acuerdo de que cuando empecé en la magia, a principios de los 90, no se publicaba mucho en lengua española. Estaban los libros de la editorial CYMYS (actualmente, Ediciones Marrè), los de la editorial Frakson, los fascículos de traducciones de juegos que vendía por correo Aleix Badet, y las fotocopias con canutillo de plástico de Ascanio o de Luis García, pero no tengo el recuerdo de que hubiese una oferta continua de nuevas publicaciones. Por eso creo que es un auténtico privilegio poder contar todos los años con, al menos, cuatro o cinco libros nuevos de Editorial Páginas. Ahora, el caudal de información al que tiene acceso el aficionado es ingente, y en la mayoría de los casos se puede obtener gratis mediante descarga. De las ventajas e inconvenientes que esto tiene, de la nueva forma en que se está aprendiendo la magia, y del tipo de aficionado que están creando las nuevas tecnologías y el acceso gratuito a la información, podemos hablar en otro momento, si quieres.

La verdad es que me encantaría seguir dialogando contigo, pero el formato de estas entrevistas nos obliga a dejarlo aquí por ahora. Muchas gracias por tus palabras. A ver si tenemos ocasión de retomar esta conversación más adelante. Mientras tanto, esperamos impacientes tus nuevas traducciones.